
Entre las millones de tareas que tiene el ser humano, una de sus principales es vivir, que muchas veces se traduce en “sobrevivir”. Si bien todas las comunas o pueblos del mundo tienen sus particularidades manifiestas y problemas históricos, el caso de la comuna de Andacollo, ha transformado a sus habitantes no en ciudadanos de un lugar, sino sobrevivientes del mismo.
Los nocivos efectos de la contaminación arrastrada por décadas, están comenzando a afectar la salud de los andacollinos, problema sin solución a corto plazo. Nunca ha tenido una solución a corto plazo, aún cuando se plantearan soluciones hace ya más de dos décadas, las autoridades locales y regionales repiten y retrucan las dificultades de una posible solución una y otra vez, en su juego inacabable, incansable.
Hoy nuevamente este fenómeno vuelve a manifestarse, Seremis que favorecen las pretensiones y estrategias de las empresas mineras – en detrimento de la comunidad-, ex funcionarios públicos que controlaban a las mineras, ahora trabajan para ellas -Liliana Pasten, ex-directora regional CONAMA, actual supervisora medioambiental de Minera Dayton-, una cadena viciosa que tuvo alguna vez su punto más alto con la modificación del Plano Regulador de la comuna de Andacollo, para validar la intervención de las mineras en el cono urbano a sabiendas de que se estaba contaminando a personas, animales y áreas verdes. Todo esto último para revertir un pronunciamiento de Contraloría a favor de los vecinos de Andacollo.
La actitud vergonzosa y amoral del ex – Intendente Renán Fuentealba y de todo el CORE [Consejo Regional] de aquel entonces (1999), al modificar en tiempo record el plano regulador en un mes, favoreciendo a Minera Carmen, es sin duda el inicio de los males mayores, abrió la puerta que permitiría a las canadienses saber y entender que las autoridades regionales eran incompetentes a la hora de negociar materias técnicas, que eran manejables desde diversos puntos de vista. Pero por sobre todo con aquella forma pandillera de actuar, les señalaron que siempre favorecerían sus intereses comerciales, por sobre el respeto de la dignidad humana de los habitantes de la ancestral comarca minero religiosa.
Hoy los habitantes de la comuna de Andacollo, tienen un estrecho margen laboral en el que desarrollarse o mejor dicho en el cual tratar de sobrevivir, tienen la opción de trabajar en ambas empresas mineras [Minera Dayton y Minera Carmen] y con ello respetar las férreas condiciones impuestas, ya sabemos que quien alce la voz por el mal trato al medioambiente, será cesado de su contrato. En otros trabajadores en cambio ni siquiera existe cuestionamiento alguno por el futuro, solo el presente es importante, claro que esto es un problema de la sociedad general, el inmediatismo, la imagen del individualismo, del si no me afecta aquí y ahora, no es mi problema. Algo que solo se puede trabajar con educación en las nuevas generaciones.
Otra arista laboral es trabajar en los empleos agrícolas temporales [con una media de viaje de 45 minutos fuera de la ciudad], saltando de cosecha en cosecha, de temporada a temporada, con horarios esclavizantes, con sueldos muy por debajo de la media nacional y en condiciones muchas veces infrahumanas. Y en tercer lugar siempre se puede optar a ser empleado público y trabajar en la municipalidad, para lo cual debes contar con algún contacto, que te permita adjudicarte un contrato por temporadas que en muchas ocasiones es del tipo a honorarios, donde no tienes derecho a cotizar en tu AFP y no tienes derecho a Salud. Además debes estar dispuesto a adherir mentalmente 100% a la ideología, las órdenes y la disposición emocional del Alcalde de turno.
Tres áreas laborales, que aun así no logran sacar de la pobreza a una comuna que históricamente ha producido millones de toneladas de oro y cobre para una nación que es incapaz de devolverle la mano.
Debemos agregar a todo este dibujo dantesco las más descabelladas condiciones de contaminación ambiental, de agua, aire y por sobre todo la contaminación más penosa de todas, la contaminación de la conciencia de los habitantes del lugar, el sometimiento de la falta de fuerza de voluntad para exigir sus derechos. Las mineras hoy y ayer junto a las autoridades de turno han sabido manejar a la perfección la pobreza y el hambre de un pueblo, para su beneficio económico y político. Solo nos queda la esperanza, la fe en nuestra historia, o para otros en la virgen morena, que permitirá dar el impulso en el alma y la conciencia de muchos ciudadanos para recuperar la dignidad perdida, para volver a creer que el futuro también esta en nuestras manos mejorarlo para las generaciones venideras, especialmente la que viene a corto plazo, la de nuestros hijos. Es por esto que todos los días nos preguntamos si seguimos así sin endosar las responsabilidades que les competen a las autoridades regionales, ¿podemos vivir en Andacollo, sin morir en el intento?, o nos convertiremos inevitablemente en la siempre olvidada versión de otro pueblo fantasma.
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