Esta semana inauguramos
la columna de José Martínez Fernández.
Poeta, cronista, articulista, historiador y
columnista de un sin numero de medios de
comunicación en Chile.
Bienvenido.
Sé de las amenazas que ha recibido el poeta y cronista Eduardo Duarte Yañez. Esta vieja táctica pertenece a los cavernarios.
Si un articulista está sólo denunciando hechos irregulares, hay que probar lo contrario. Y nada de amenazas, menos contra la familia.
Un articulista sólo tiene que evitar que la xenofobia, los defectos físicos y otros no vayan a dañar a alguien, pero las “movidas extrañas” que algunos poderosillos hacen no deben ser parte del silencio de ese articulista.
Su misión es denunciar y eso está haciendo Eduardo Duarte. No por ello se le puede amenazar contra su familia. Es una cobardía feroz.
Decirle luego que se le va a perjudicar en el extranjero, no tiene ninguna lógica. Duarte se ha ganado ese espacio con su inteligencia y su trabajo.
Si el poeta y cronista quisiera se evitaría todos los malos ratos de una demanda por “injurias” quedándose fuera de Chile.
Entonces el mundo entero sabría que los escritores son tratados en Chile como lo fueron en la dictadura. No olvidemos que en esta “democracia” debieron salir de Chile Alejandra Matus y Francisco Martorell, actual director de EL PERIODISTA.
En otros países los recibieron con los brazos abiertos. Las probables injurias contra algunos quedaron sepultadas en el olvido. Las acusaciones están allí. En libros.
Yo, que también he sufrido amenazas, pero amenazas tan cobardes, llamadas tan infames y que he sufrido la expropiación de un bien raíz a causa del Seremi de Bienes Nacionales de Puerto Montt, basado en un decreto hecho por el dictador en 1979; yo que he enfrentado otros problemas bajo esta “democracia”, a veces se me ha pasado por la mente, en el último tiempo, irme de Chile y asilarme en otro país.
Porque en este país, señores, la democracia no es para todos y no sabemos lo que nos pueda suceder por denunciar anomalías.
Eduardo Duarte Yañez está sufriendo amenazas graves. Y graves porque no sólo van contra él. Van en contra su entorno familiar.
Eso es lo feo de esta historia. Porque si Eduardo y toda su familia estuviesen fuera de Chile el riesgo sería menor.
Sólo los cobardes actúan de esa manera.
Si un articulista está sólo denunciando hechos irregulares, hay que probar lo contrario. Y nada de amenazas, menos contra la familia.
Un articulista sólo tiene que evitar que la xenofobia, los defectos físicos y otros no vayan a dañar a alguien, pero las “movidas extrañas” que algunos poderosillos hacen no deben ser parte del silencio de ese articulista.
Su misión es denunciar y eso está haciendo Eduardo Duarte. No por ello se le puede amenazar contra su familia. Es una cobardía feroz.
Decirle luego que se le va a perjudicar en el extranjero, no tiene ninguna lógica. Duarte se ha ganado ese espacio con su inteligencia y su trabajo.
Si el poeta y cronista quisiera se evitaría todos los malos ratos de una demanda por “injurias” quedándose fuera de Chile.
Entonces el mundo entero sabría que los escritores son tratados en Chile como lo fueron en la dictadura. No olvidemos que en esta “democracia” debieron salir de Chile Alejandra Matus y Francisco Martorell, actual director de EL PERIODISTA.
En otros países los recibieron con los brazos abiertos. Las probables injurias contra algunos quedaron sepultadas en el olvido. Las acusaciones están allí. En libros.
Yo, que también he sufrido amenazas, pero amenazas tan cobardes, llamadas tan infames y que he sufrido la expropiación de un bien raíz a causa del Seremi de Bienes Nacionales de Puerto Montt, basado en un decreto hecho por el dictador en 1979; yo que he enfrentado otros problemas bajo esta “democracia”, a veces se me ha pasado por la mente, en el último tiempo, irme de Chile y asilarme en otro país.
Porque en este país, señores, la democracia no es para todos y no sabemos lo que nos pueda suceder por denunciar anomalías.
Eduardo Duarte Yañez está sufriendo amenazas graves. Y graves porque no sólo van contra él. Van en contra su entorno familiar.
Eso es lo feo de esta historia. Porque si Eduardo y toda su familia estuviesen fuera de Chile el riesgo sería menor.
Sólo los cobardes actúan de esa manera.
Nuestra solidaridad total con Eduardo Duarte, un intelectual, un hombre valiente, una persona que a los chilenos debe provocarnos orgullo.
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