11 may 2012

ALFREDO GÓMEZ MOREL: EL REDESCUBRIMIENTO DE UN GRAN NOVELISTA CHILENO




Por José G. Martínez Fernández.

Acaba de aparecer una nueva obra de Alfredo Gómez Morel, autor de aquella novela chilena casi mítica que es EL RÍO.

La nueva obra se llama EL MUNDO.

En comentario de Pedro Pablo Guerrero-publicado en EL MERCURIO el domingo 22 de abril- se señala que el autor narra en ella su presencia en Colombia en los convulsionados años cuarenta.

Época del asesinato del gran líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, del linchamiento del asesino de ese líder y del llamado “Bogotazo”, sucesos que nosotros conocíamos; pero desconocíamos que el novelista chileno hubiera sido testigo ocular de tan trágicos hechos.

También, nos cuenta Guerrero, que el novelista habla, en la misma obra, de su acercamiento al mundo del hampa y del surgimiento de bandas criminales que traficaron por diversos países de Latinoamérica.

Guerrero da cuenta de que no se puede distinguir cuánto hay de realidad y de invención en EL MUNDO,
Novelista de culto para narradores chilenos como Alberto Fuguet y Diamela Eltit, Alfredo Gómez Morel siguió siendo una sombra al final de sus días –lo había sido casi toda su vida- en Santiago.

Recuerda Guerrero que por ello Gómez Morel envió cartas a los diarios para solicitar una pensión de gracia, que, al parecer (según nuestro conocimiento) no obtuvo, muriendo -en 1984- en suma pobreza.

Ni la gloria que significó que EL RÍO fuera publicada por Gallimard en 1974 con prólogo de Neruda, y en una serie en que aparecían autores de la talla de James Joyce y Mario Vargas Llosa, entre otros; ni los supuestos cincuenta mil dólares que le pagarían por los derechos de una posible versión cinematográfica de su novela, según leí en una revista de los años setenta. Nada de todo ello sacó a este narrador de la miseria.

Lo que muchos no saben es que Alfredo Gómez Morel era admirador del dictador Pinochet, el mismo que no le dio la solicitada pensión de gracia.

Alfredo Gómez era –en los setenta- arrendatario de una pieza en la casa de una dama viejita muy buena y que me estimaba mucho y me invitaba a su casa de Quinta Normal los domingos a tomar onces con ella y con su nieto Marco, hoy remanente del exilio sueco, y quien me hablaba de la sabiduría de don Alfredo, ya que el escritor solía conversar mucho con el nieto de la noble mujer.

Por él supe que Gómez Morel admiraba al tirano.

Además Gómez Morel escribía en las revistas que hacía y dirigía Agustín Oyarzún, ex alto mando de la policía uniformada, y un tipo que no era “mala persona”, aunque si solía –tras el golpe- ser un articulista “juntista”…pero también daba espacio a gente que se oponía a la dictadura.

Volviendo a Gómez Morel, a su desgraciada admiración por un asesino, se puede decir que él fue, sin duda, una lumbrera…Su sola novela EL RÍO acusa esa sabiduría sencilla de este gran escritor.

También Marco me contaba de la inteligencia de don Alfredo, de la que él deducía al conversar con este escritor abandonado por su madre cuando tenía sólo tres meses.

Había nacido Gómez Morel en 1917.

Este autor es, en parte, miembro de aquel grupo de novelistas llamados marginales: Armando Méndez Carrasco (quizás el más “crudo” de todos ellos) y de Luis Cornejo. En menor parte lo es Luis Rivano.

Novelistas de la talla de Manuel Rojas, Nicomedes Guzmán, Alberto Romero y Carlos Sepúlveda Leyton, también recogen las vivencias del mundo delictual y de las miserias urbanas y por ello se pueden considerar expositores de una narrativa “semimarginal”.

Quizás la mejor novela de este segundo grupo sea HIJUNA de Sepúlveda Leyton, muy anterior a Gómez Morel, y de ideas cercanas al fascismo, el de los años en que tal infamante “ideario” destruía al mundo con sus crímenes.

Luis Rivano también ha mostrado, en sus crónicas, cercanía a la “derecha dura”, aunque su novela de juventud ESTO NO ES EL PARAÍSO está un tanto marcada por una denuncia social: aquella que habla contra la oficialidad de carabineros, institución de la que Rivano fue miembro.

Ellos tres son los opuestos en ideario político a todos los autores llamados marginales y a los que, en parte, escribieron en esa línea: Manuel Rojas, Romero y Guzmán.

Todos ellos son hombres que oscilaron entre el socialismo y el anarquismo.

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