25 oct 2009

Los guardianes del tesoro de Piñera


Por Manuel Salazar Salvo


El abanderado de la Alianza no podía confiar sus inversiones a cualquiera. Nada de ceguera. Gracias a los estrechos e históricos vínculos que mantiene con los responsables de sus recursos, nada puede escapar mucho de su vista. La fórmula del fideicomiso tuerto.

El mercado bursátil chileno es pequeño. Sus agentes se saludan con familiaridad. Se topan en todos lados. Desde el gimnasio hasta los remates de acciones que de vez en cuando se realizan en la vieja bolsa de calle Nueva York. Además muchos profesionales pasan de una entidad de otra, con menos complejos que cuando un jugador de Colo Colo pasa a la Universidad de Chile. Hasta usan diminutivos para sus lugares de trabajo. Uno no trabaja en LarrainVial, simplemente en “Larra”. Si a nivel de ejecutivos es muy difícil confundir caras, en la jerarquía propietaria nadie puede desconocer a los mandamases. En otra escala, se repite el fenómeno de transversalidad social. Bernardo Matte y Jorge Errázuriz, controladores de Bice y Celfin, pueden encontrarse en una competencia náutica en Chiloé y días después coincidir en un desayuno de Icare en CasaPiedra. Compiten y comparten.

El funcionamiento de esta casta no es nuevo. Es parte de nuestro ADN como país. Sin embargo, esta misma condición ha hecho desconfiar a algunos sobre la real “ceguera” del fideicomiso que estableció Sebastián Piñera para transparentar sus inversiones.

Cuatro administradoras de fondos de inversión, de las 21 existentes en el país, fueron elegidas por Piñera para manejar una parte de su fortuna a través de fideicomisos ciegos y otros modelos de administración: Celfin, LarrainVial, Moneda Asset y Bice. Una actuación relevante en la ardua tarea de seleccionar a las elegidas le cupo al abogado Fernando Barros Tocornal, socio del estudio jurídico Barros & Errázuriz y asesor del candidato presidencial en diversas materias legales desde fines de los ’90.

Piñera tomó la decisión de traspasar parte de su patrimonio en los primeros días de 2006, cuando se dio cuenta de que perdería la segunda vuelta de la elección presidencial a manos de Michelle Bachelet. En febrero de ese año, el derrotado postulante a La Moneda encargó a algunos de sus asesores más cercanos que estudiaran en profundidad, en Chile y en el extranjero, cuáles eran las mejores opciones para desligarse del control personal de sus intereses económicos.

El propio Piñera viajó varias veces a Estados Unidos para reunirse con amigos y expertos en el tema, buscando una apremiante salida a la situación patrimonial que le enrostraban sus aliados y adversarios políticos. En abril de 2007, se encontró en Nueva York con Patricio Parodi y Juan Bilbao, del grupo Consorcio; con Fernando Concha, en ese entonces gerente general del Citibank; Manuel José Balbontín, fundador de Compass Group, y con José Luis Daza, uno de los economistas chilenos con mayor reputación en los círculos financieros de Estados Unidos. A todos les pidió consejos.

Hasta ese momento, Piñera se entusiasmaba con la idea, sugerida por Barros, de crear una especie de portafolio de valores que, al igual que un espejo, replicara las inversiones que realizaban las AFP. Piñera creía que la iniciativa sería muy popular entre los cotizantes y que, además, le reportaría simpatías y popularidad entre los electores.

No obstante, hasta hoy se ignoran por qué desechó esa posibilidad y pidió a sus colaboradores que siguieran explorando alternativas, tarea que se aceleró a comienzos de 2009. Nicolás Noguera, el principal ejecutivo de Bancard, y el abogado Fernando Barros dirigieron las negociaciones con los candidatos a ser los eventuales mandantes de la fortuna de Piñera. Discutieron las ofertas, las condiciones económicas y la conformación de los equipos que se harían cargo de las acciones del candidato. Afinaron cada detalle y examinaron cada papel de los contratos. Barros pidió asesoría a su socio español, el prestigioso estudio Garrigues Abogados y Asesores Tributarios, uno de los más grandes de Europa. Noguera, en tanto, viajó a Estados Unidos e Inglaterra para entrevistarse con representantes de las más importantes administradoras de carteras de activos.

En Chile, las rondas de conversaciones se concentraron en siete posibles mandantes: Banco de Chile, Bice, Celfin, IM Trust, LarrainVial, Moneda y Santander. Finalmente, en el mes de abril, se optó por el traspaso patrimonial a cuatro administradoras de fondos de inversiones y carteras de terceros. Las elegidas fueron Celfin, de Jorge Errázuriz Grez, Juan Andrés Camus y Alejandro Montero; LarraínVial, de Fernando Larraín y Leonidas Vial; Moneda Asset, de Pablo Echeverría, Fernando Tisné, Álvaro Alliende y Juan Luis Rivera, y el BICE, del grupo Matte.

Bernardo Matte es un viejo amigo de Piñera. El presidente del Banco Bice participó junto a Andrés Allamand y Alberto Espina en la creación de Renovación Nacional. En una entrevista que concedió a LND en diciembre de 2007, el hermano menor de Eliodoro aseguraba: “Sebastián es mi candidato y amigo. Pero soy de los que cree que debe dejar los negocios y vender. Para él, vender todo no es fácil, porque tiene el bicho emprendedor dentro, y por eso mismo puede ser buen Presidente. Pero tiene que separarse de los negocios, porque existen conflictos de interés. Creo que si sale elegido tendrá que deshacerse definitivamente de sus negocios”.

Piñera conservó las acciones de Lan, Chilevisión y Blanco y Negro, además de algunas sociedades cerradas e inversiones en el extranjero, lo que suma la tajada más suculenta de su fortuna. Según ha declarado, venderá su paquete de Lan antes del 11 de marzo de 2010, si es que resulta triunfador en los comicios de diciembre. En cambio, conservará la propiedad de Chilevisión y sus acciones en Colo Colo.

No se sabe con exactitud el valor total de las acciones traspasadas, pero se calcula en unos US$500 millones. Tampoco se conocen los detalles de los controles que garantizarán el funcionamiento del fideicomiso y los contactos interesados entre el fiduciante y el fiduciario. Algunos académicos y expertos en el tema han sostenido que se requieren nuevas normas y regulaciones para que ello sea realmente efectivo.

Los ex Bancard

Un aspecto que para algunos observadores financieros es delicado lo constituye la amistad existente entre Piñera y varios ejecutivos de las administradoras seleccionadas.

Es el caso de Juan Luis Rivera Palma, quien se instaló en Moneda Asset a mediados de 2006, después de haber sido el gerente general de Bancard, la matriz financiera de Piñera, desde 2000.
En Moneda, Rivera se hizo cargo de la dirección del fondo Moneda Retorno Absoluto, responsable de colocar en América Latina valores de un grupo de inversores entre los que destacaban, a fines de 2006, el propio Piñera, Celfin Capital, el grupo Penta, Eugenio Tironi, dueño de Tironi y Asociados, y Cirilo Córdova, ejecutivo de la empresa Sigdo Koppers.

Otro caso similar es el de Rafael Ariztía Correa, ingeniero civil de la UC y MBA de la Universidad de Harvard, quien, en febrero de 2009, asumió como nuevo gerente de Inversiones de Celfin Capital, luego de haberse desempeñado como gerente de Finanzas de Bancard hasta 2005. Ariztía es un experto en temas eléctricos y desempeñó un importante papel en las inversiones que el candidato presidencial de la derecha hizo en Colbún, Enersis, Pehuenche y otras empresas del rubro en el extranjero. Ariztía estuvo a cargo, además, de dos proyectos emblemáticos de Piñera: la recuperación y remodelación del río Mapocho y la puesta en marcha del manejo del Parque Tantauco en Chiloé. Desde Bancard viajó a cursar un doctorado en Harvard y desempeñó allí un encargo importante del candidato: contactar a chilenos que estuvieran efectuando estudios de postgrado en universidades como Harvard, Boston y el MIT y captarlos para que a su regreso entraran al servicio público bajo un eventual gobierno de la derecha. De regreso en Chile, Ariztía se incorporó a Moneda Asset, donde dirige a unos 30 profesionales y administra fondos superiores a los US$4.500 millones.

Según un abogado de la plaza, experto en mercado de valores, este tipo de relación es común, considerando cómo se maneja la casta bursátil.

“Las corredoras y bancos tratan a todos los empresarios y políticos con guantes de seda. A esa gente la cuidan. Y además están todos relacionados y si no se encuentran en la calle, se encuentran en una comida. La clave es la transparencia, que todos sepamos dónde están las inversiones de los políticos, eso es lo importante. Y las personas que invierten en bolsa son mucho más fáciles de ser detectadas. Es más fácil pillar a alguien de quien se sabe dónde tiene sus inversiones a uno que no sabes”, plantea. Agrega que, mientras más repartido o diversificado se encuentra el portafolio de cualquier inversionista, debiera estar menos tentado de violar la ley que alguien que tiene sus fichas muy concentradas en un área. Un ojo aquí y otro allá. Nada de ceguera. //LND

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