29 abr 2009

MARTÍN JOSÉ LIRA: UN POETA CASI OLVIDADO DE CHILE

La Columna de José G. Martínez Fernández.

El siglo XIX no fue precisamente una gran centuria para la poesía chilena. Tendría que llegar Carlos Pezoa Véliz para darle un cuerpo más personal a nuestra lírica y eso viene a ocurrir solamente cuando el siglo se va despidiendo.

Al revés de España que estaba en la cumbre de su poesía, casi tanto como en los Siglos de Oro.

En efecto España tenía poetas de la estatura de José de Espronceda y Gustavo Adolfo Bécquer.

Dos románticos excepcionales. En especial Bécquer quien, para muchos estudiosos españoles, es el segundo poeta más grande de todos los siglos en lo que se refiere a su país.

Pero el problema de Chile era similar al de casi todos los países de habla castellana, exceptuando España.

No hay que olvidar que la “gran sacudida poética” recién ocurre con la publicación de AZUL de Rubén Darío en 1888.

Será el padre del modernismo el que echará a andar el gran barco de la poesía en lengua hispana en los países que la hablan.

En ese siglo triste para nuestra poesía, sin embargo, hay algunos poetas que salvan algo nuestro quehacer lírico.

Guillermo Blest Gana, José Antonio Soffia y Martín José Lira.

Lira fue un poeta sencillo, de una voz delicada y franca, mirando siempre los eternos temas del hombre: el amor, la muerte, el delirio, Dios, etc.

De su producción se puede rescatar el siguiente poema:

SONETO

Eternidad, ¡idea misteriosa!
¿Existe acaso para el alma humana
o es tan sólo una sombra, ilusión vana
que en su sed de vivir al hombre acosa?

¿Es acaso la tumba silenciosa
crepúsculo que anuncia otra mañana,
o la noche sin fin que al hombre hermana
con el inerte polvo en que reposa?

¡La eternidad! ¿Es aéreo monumento
que en su ambición el hombre se ha forjado
para consuelo de su triste suerte?

¿Será también un vano pensamiento
cuanto grande la mente allí ha encerrado,
y sólo eterna y real será la muerte?

Martín José Lira había nacido en 1833 y su estrella se apagó en 1866. Pocos antecedentes biográficos hay de este aeda.


Lo cierto es que él, junto a Blest Gana y Soffia, serían la antesala para la llegada –pocas décadas después- de Carlos Pezoa Véliz, el primer gran poeta de Chile.

Fuente:
cienpoemaschilenosclaves.blogspot.com

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