20 abr 2009

EL FUNCIONARIO DE BANCOESTADO INVOLUCRADO CON PIÑERA


La Columna de José G. Martínez Fernández


En LA NACIÓN se ha publicado una extensa crónica de la periodista Ana Verónica Peña en la que menciona a Emiliano Figueroa Sandoval, junto a Sebastián Piñera y Carlos Massad. Muchos no saben quién es Figueroa. Yo sí.

Ana Verónica Peña es una de las periodistas de investigación de mayor prestigio en su ámbito en Chile. El domingo recién pasado -19 de abril- publicó la crónica titulada LA HISTORIA NO CONTADA DE LOS ORÍGENES DE LA FORTUNA DE SEBASTIÁN PIÑERA, crónica que yo conocí por la reproducción que hizo de la misma el diario digital LA ESTRELLA DE ANDACOLLO.

De esa crónica quiero tomar las siguientes líneas que pertenecen a parte del texto judicial emitido por la Corte Suprema:

“El voto mayoritario estableció: "Que el mérito de los autos que se tienen a la vista, resulta que el mandamiento de prisión para los querellantes Sebastián Piñera Echenique, Emiliano Figueroa Sandoval y Carlos Massad Abud, ha sido expedido en caso previsto por la ley y con méritos de antecedentes que lo justifican y de conformidad, también, con lo dispuesto en el artículo 306 del Código de Procedimiento Penal".

Ya sabemos quién es Sebastián Piñera y también sabemos que Carlos Massad fue presidente del Banco Central de Chile durante el período concertacionista.

Eso no es novedad.

La novedad, lectores, es que aparece el nombre de Emiliano Figueroa Sandoval, que, para muchos, es un desconocido.

No lo es para mí, sin embargo.

Emiliano Figueroa Sandoval era, hasta hace pocos años, jefe del Departamento de Venta de Activos del BANCO DEL ESTADO, actual BANCOESTADO, y como tal, durante su gestión, se vendieron miles de propiedades a bajo precio.

Lo trascendente tampoco es el hecho de que las propiedades se hubieran vendido a bajo precio, sino que las mejores de ellas fueron a parar a manos de un grupo de personas cercanas al Departamento de Venta de Activos, aquellos que poseían “información privilegiada” que sólo se le podía aportar a los favorecidos desde ese lugar.

Las ofertas debían presentarse en sobre cerrado hasta las 14 horas de determinado día. Después de eso ya no había nada que hacer. ¿Qué sucedía entonces? Enterados los funcionarios de Venta de Activos de cuánto ofrecían los postores que se habían presentado antes del plazo fatal, tenían la posibilidad de señalar a sus cercanos que la mejor oferta era tanto y que si querían quedarse con la propiedad ofrecieran un poco más. Esos llegaban a la hora del cierre de las ofertas ya informados de lo que habían ofertado las otras personas, superando, obviamente, en forma mínima a los otros postores.

Sólo los funcionarios dependientes de Emiliano Figueroa Sandoval sabían de todo ello. Los interesados en comprar propiedades no estaban allí cuando se abrían los sobres, porque el BANCO no lo permitía.

Simplemente, esperanzados, esperaban la noticia de la adjudicación del bien que les interesaba. Pero si ese bien era MUY BUENO los señores de BANCOESTADO sabían a quien venderlo: indudablemente a uno que lograba entrelazarse con ellos, bajo no sé qué “artes maliciosas”.

No es de sorprender entonces las relaciones que Emiliano Figueroa tenía con
Piñera y Massad en los años ochenta.

Una persona desconocida, un funcionario de BANCOESTADO, bajo la Concertación, que podría haber pasado desapercibido si la Corte Suprema no lo hubiera citado en su dictamen que involucra –principalmente- al presidenciable.

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